El gas radioactivo que está en tu casa
Poco conocido por el público, el gas radón es un gas radiactivo inodoro, incoloro e insípido que se forma a partir de la descomposición del uranio en el suelo, rocas y aguas subterráneas. Se considera un subproducto natural de la descomposición radiactiva del uranio y el torio presentes en pequeñas cantidades en muchas rocas y suelos. Como sabéis los elementos radioactivos son aquellos que emiten diversas partículas hasta convertirse con el tiempo en un elemento estable. Es decir que el uranio radioactivo, por ejemplo, tras millones de años, se convierte en un isótopo estable (no radioactivo) del plomo.
El problema con el radón es que puede penetrar en edificios a través de aberturas y grietas en el suelo o en las estructuras, así como de fuentes subterráneas de agua...y el radón es radioactivo. Este gas emite partículas alfa, lo que significa que puede ionizar otras moléculas y dañar los tejidos vivos.
Las partículas alfa son las menos potentes de las tres existentes (las otras dos son beta y gamma) siendo relativamente sencillo protegerse de las mismas. Nuestra misma piel puede actuar de eficaz barrera, así que en condiciones normales, estamos protegidos. Quede claro que dicha sencillez no significa que sean inocuas. La ingesta de partículas alfa, al través de la alimentación o la respiración, es muy peligrosa ya que nuestros órganos internos no están protegidos por ninguna barrera. Te comes una lechuga del huerto que ha estado expuesta a una fuente de radiación alfa o bebes agua de un pozo con la misma contaminación y ya tienes un problemas.
Eso sí, no te vas a morir de golpe y puede que ni siquiera te afecte. El gas radón es un asesino lento que trabaja con con tal sigilo que poca gente sabe que se considera la segunda causa principal de cáncer de pulmón después del tabaquismo. La exposición prolongada y significativa al radón aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de pulmón, siendo especialmente acelerante del mismo en fumadores. Es decir que tabaco y radón son una combinación fatal.
Al no tener olor ni color, es imperceptible para los sentidos humanos, lo que hace al radón particularmente peligroso, ya que no se puede detectar sin equipos especializados. Mucha gente desconoce la cantidad de Radón que respira en su hogar.
El radón se encuentra en la mayoría de los suelos y rocas en pequeñas cantidades, pero la concentración puede variar dependiendo de la geología local. Por ejemplo el granito es una de las rocas que a menudo contiene concentraciones más altas de gas radón en comparación con otras rocas. Esto se debe a la composición y las propiedades particulares del granito.
El granito es una roca ígnea que se forma a partir del enfriamiento lento del magma subterráneo. Contiene minerales de uranio y torio, que son elementos radiactivos. El uranio se descompone de forma natural en radón a través de un proceso conocido como decaimiento radiactivo. El radón liberado durante este proceso se acumula en los poros y grietas del granito y puede escapar a la atmósfera o infiltrarse en edificios cercanos, ya no digamos si hemos construido parte del mismo con dicho material.
Las razones por las cuales el granito tiende a contener más gas radón se debe a que contiene minerales ricos en uranio y torio, como la monacita, la uraninita y la torianita. Estos minerales son fuentes de radón a medida que se descomponen.
Además la porosidad y la permeabilidad del granito permiten la acumulación de gas radón en sus espacios porosos y fisuras.
Es importante tener en cuenta que la presencia de radón en el granito no significa que todas las estructuras construidas con granito sean peligrosas. La liberación de radón del granito depende de varios factores, como la concentración de minerales radiactivos, la ventilación natural y la permeabilidad de la roca. Tampoco significa que solo el granito presente el problema. De hecho muchos otros tipos de suelo y rocas pueden ser fuentes de radón.
Para mitigar los riesgos asociados con el radón en el suelo, es esencial realizar pruebas de radón en las áreas donde abunden rocas capaces de generarlo y, si es necesario, implementar sistemas de mitigación del radón en edificios para reducir las concentraciones del mismo.
Aunque en teoría las viviendas más afectadas (si lo estuvieran) serían aquellas con menor distancia al suelo, en la práctica esto no es del todo cierto. Como puede estar presente en aguas subterráneas, de manera que se libera al aire cuando se usa agua en la casa (duchas, grifos, etc.) con lo que poco importa entonces vivir en los bajos o en el ático, afectaría a todos por igual. En cualquier caso si hay radón en concentraciones significativas y el origen del mismo es el suelo, es lógico pensar que habrá más cantidad en sótanos, algo menor en bajos e irá descendiendo paulatinamente así que incrementemos la altura de la edificación.
Es importante realizar pruebas de radón en el hogar para determinar si hay concentraciones peligrosas. Aparte de contactar con una empresa especializada, hay kits de prueba disponibles muy fáciles de usar. De hecho pueden encontrarse en Amazon a un precio aproximado de 200 euros. Existen así mismo diversos organismos públicos que realizan lecturas de gas radón de modo rutinario, con lo que si nuestra edificación está afectada se nos comunicará con toda seguridad.
¿Por qué debería medir el radón de mi hogar? Aparte de obviamente proteger nuestra salud, conviene hacerlo cuando nuestra zona está incluida dentro de un mapa de niveles de radiación realizado por un ente público. En España el encargado es el Centro de Seguridad Nuclear (CSN) que publica un mapa al respecto.
Los mapas son generalidades sobre la presencia de gas pero no dicen nada de las propiedades privadas. Es decir, tu zona puede tener un nivel alto de radón pero tu casa encontrarse completamente libre del mismo.
Al comprar una vivienda se puede solicitar un test de radón, al igual que cuando se realiza una reforma o rehabilitación, si sabes que ha habido pruebas previas y quieres actualizarlas o cuando ha habido cambios en el sistema de climatización. Los tests corren a cargo del comprador de la vivienda o de quien solicita la inspección.
Pedir la prueba cuando se compra una vivienda es lógico. También se solicita que esté libre de cemento aluminoso, por ejemplo. Todo el mundo quiere comprar una casa sin ningún tipo de problema.
Cuando se realiza una reforma o cambios de cualquier tipo, debemos estar seguros que los cambios no han permitido la liberación de gas.
Otro indicador de que debemos hacer pruebas podría ser la concentración de casos de cáncer de pulmón en la zona, pero estos datos no están al alcance de la gente y mucho menos la interpretación correcta de los mismos. Hay innumerables factores que pueden causar esta enfermedad y no tener nada que ver con el gas radón.
Las autoridades establecen límites de concentración segura de radón en el aire interior. La OMS, por ejemplo, indica que el máximo admisible es de 100Bq/m³
Aunque el hecho de que se trate de un gas radioactivo puede hacer entrar en pánico a la gente lo cierto es que no es un asunto muy diferente a tener humedades o grietas en las paredes. Hay que tratarlo y punto.
Y como es un gas lo habéis adivinado, a menudo con ventilar adecuadamente una vivienda es más que suficiente. Mención aparte merecen los sótanos o bodegas que es por donde se suele colar el radón en mayor medida. Además, al estar mal ventilados, se concentra en niveles superiores. En estos casos es conveniente realizar sistemas de ventilación forzada que aseguren la renovación del aire.
Así que algo que parece tan temible se puede solucionar igual que tratamos el gas natural o butano en nuestras casa, es decir, por medio de rejillas de ventilación colocadas en lugares estratégicos. No siempre es así, el tratamiento del agua es más complejo, de manera que es bueno siempre contactar con una empresa especializada que pueda determinar el origen y la solución más adecuada.
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