Ataques de perros
El perro es uno de los animales de compañía más comunes en nuestra sociedad. Es un excelente compañero, leal, protector y amigable. Se integra muy bien en las familias porque para ellos representa un recuerdo genético de las manadas en que los lobos, sus lejanos ancestros, vivían. Por tanto es un animal que entiende muy bien la jerarquía y el rol que desempeña en un entorno humano.
Los perros saben recibir órdenes de quienes consideran sus superiores pero también pueden ser dominantes con otros miembros de la familia. Esta capacidad de entender el entorno que les rodea nos parece una muestra de inteligencia, aunque hay muchos otros animales que los superan en este indicador. Los mismos perros que persiguen gatos en la naturaleza, se muestran indiferentes o tolerantes, tal vez distantes pero raramente agresivos con el gato que también convive con su familia. Entiende, de alguna manera, que si está allí y es aceptado se debe a una razón que seguro que no le gusta, pero que acata.
A pesar del rol que desempeña el perro en nuestras familias no hay que olvidar que algunos de ellos son de un tamaño apreciable e intimidatorio, fuertes y ágiles además de poseer un instito de protección hacia sus seres queridos que le puede llevar hasta a su autosacrificio. Que a nosotros nos ame no significa que no sea capaz de ser agresivo con otras personas. Muchos propietarios de perros se asombran de que su cariñoso perro haya sido capaz de hacer "eso" que le achacan. Basta con que un individuo introduzca la mano por la ventanilla de nuestro coche para que el apacible can que dormitaba en el asiento trasero le suelte un mordisco al entender que se trata de una amenaza que hay que cancelar.
El por qué de las conductas agresivas de algunos cánidos excede el contenido de este libro, pero en muchos casos se debe a desafortunados cruces entre razas o por dueños que precisamente estimulan que los perros se muestren violentos con otros perros o incluso contra las personas. En otros casos el perro defiende a su familia o el territorio que entiende como suyo.
Los perros disponen de una dentadura donde destacan unos caninos desarrollados y su mordedura es peligrosa porque es capaz de provocar serías heridas a nivel muscular, cortar venas y arterias - especialmente en el área del cuello y el rostro - y en ocasiones causar la muerte. La mordedura del perro es difícil de curar porque produce un fuerte desgarro, no deja un corte limpio y puede atravesar diversas capas de tejido. Esto hace, unido a que la boca del can no es precisamente una zona aséptica, que sea bastante fácil que las heridas se infecten, por lo que hay que prestarles la debida atención ante cualquier signo de enrojecimiento.
Si te encuentras en una situación en la que vas a ser atacado o ya estás siendo agredido por un perro, es importante tomar medidas para protegerte y reducir el riesgo de lesiones graves.
A veces es difícil determinar si un perro va a atacarte. Su vista no es excesivamente buena pero poseen un olfato prodigioso, así que incluso a gran distancia ya sabe que el olor que desprendes no es nada familiar. Puede que decida atacarte incluso antes de que lo puedas ver. Has entrado por error en una zona que considera suya y corre hacia ti ladrando o ya dispuesto al ataque. En otras ocasiones se acercará con sigilo agachando ligeramente la cabeza como dispuesto a saltar sobre ti. Cualquiera de estas actitudes nos deben poner en guardia.
Tanto si corre hacia ti como si mantiene una posición de pre-ataque, mantén la calma. Es fundamental evitar movimientos bruscos o agitados que puedan excitar al perro y aumentar su agresividad.
Evita sobretodo mirarle fija y directamente a los ojos y no le muestres miedo. El perro considera que aguantarle la mirada es una actitud desafiante y provocadora, así que atacará. Eso no significa que no le mires, pero debes hacerlo de reojo.
Mantén una postura firme y confiada. En general el ser humano es bastante grande comparado con la media de los animales y desde luego es mucho más grande que un perro. Si te agachas reduces tu tamaño y te vuelves más vulnerable. No le des la espalda pero puedes ir retrocediendo lentamente mientras le hablas con calma y suavemente, dándole a entender que te retiras de "su" zona.
Es muy mala idea gritar o hacer ruido. Los gritos o ruidos fuertes pueden excitar más al perro. Trata de mantener un tono de voz bajo y tranquilo. A veces esto disuade al perro del ataque. Por encima de todo, evita correr, ya que esto puede provocar que el perro te persiga y aumente la agresión. Esto es fundamental. Si corres, y además le das la espalda, añades a su instinto de ataque el de caza, reafirmando el ataque. Simplemente te has convertido en una presa.
Esta es la razón por la que los perros persiguen a los gatos, porque estos huyen cuando se ven hostigados por los canes. Lo mismo ocurre con los ciclistas, ya que entienden que estos tratan de escapar y cuando los rebasan, además les dan la espalda. El número de ciclistas que han sido atacados por perros o grupos de ellos es considerable.
Si nada de esto te ha funcionado y el perro o perros han decidido atacarte, lo primero que debes hacer es proteger tu cuello, cabeza, manos y piernas, que son las áreas más vulnerables. Usa tus brazos y piernas para bloquear y protegerte.
Si es posible, utiliza objetos que tengas a mano, como una chaqueta, una mochila o una bicicleta, para crear una barrera entre tú y el perro.
A menos de que dispongas de un arma contundente, de fuego o arma blanca, y además seas muy bueno en su uso, no la emplees. Si fallas y el animal percibe que le has tratado de atacar y por tanto eres peligroso, va a ir a por ti con más determinación. Tampoco le golpees con la mochila, el monopatín o una piedra por lo dicho anteriormente: o lo fulminas en el acto o va a redoblar el ataque.
Sigue hablando, si te quedan fuerzas para ello, con voz tranquila y suave. Algunas veces, cuando comprueban que no representas un peligro te dejan estar.
Después de un ataque de perro, busca atención médica para evaluar y tratar cualquier lesión, incluso si parece menor.
Otras formas de defenderte
Si lo explicado hasta ahora no te convence es decir, no te ves acurrucado aguantando las embestidas del perro ni hablándole con calma mientras te muerde el cogote, tal vez deberías pensar en dos posibles alternativas tecnológicas: los aerosoles de pimienta y los emisores de ultrasonidos. Para serte sincero ambos están pensados para dar mas una seguridad psicológica al usuario que efectiva.
Si con anterioridad has sido atacado por perros o sientes fobia hacia ellos y por cualquier razón crees que puedes ser atacado de nuevo - porque eres usuario de bicicleta, te gustas caminar por el campo o donde vives es una zona rural donde dejan sueltos a los perros - estoy de acuerdo que aplicar las medidas preventivas o de protección descritas te van a ser difícil de aplicar. El miedo es el peor aliado de la calma, así que o bien evitas las situaciones de peligro listadas anteriormente o bien te haces con estos artilugios.
Los emisores de ultrasonidos emiten una frecuencia comprendida entre los 20 y los 25 KHz que a los humanos nos resultan inaudibles pero que molestan, y mucho, a los perros.
Perro peligroso puede ser cualquiera que no haya sido educado por su dueño en la sociabilidad. Cuando esta circunstancia se combina con una raza caracterizada por la fuerza física y la tendencia a la dominación estamos ante un ejemplar potencialmente mortal.
Las razas que se consideran peligrosas, atendiendo a dicha posible combinación de fuerza y falta del debido entrenamiento, son el American Bully XL, el Pitbull Terrier, el Tosa Japonés, el Dogo Argentino, el Fila Brasileiro, el Staffordshire bull terrier, american staffodshire terrier, rottweiler, akita inu, doberman, bullmastiff, dogo canario, dogo mallorquín, dogo de Burdeos, dogo del Tíbet, mastín napolitano y bóxer.
Este listado, compendiado de diversos países donde catalogan a los perros peligrosos según la raza a la que pertenezcan, es en realidad es muy subjetivo. He visto Pitbull Terriers que parecían corderitos mientras que el ataque más grave que he presenciado lo hizo un golden retriever a una mujer que solo pretendía acariciarlo y que por ello se llevó más de cincuenta puntos en un brazo, aparte de varias operaciones para reparar los músculos y tejidos dañados.
Perros y niños
Entre los años 2010 y 2020 se produjeron en España alrededor de 20 muertes por ataques de perros. De ellos un total de 13 se produjeron sobre niños.
A la curiosidad y simpatía innata que muestran los más pequeños por los perros, se une su todavía pequeño tamaño. No comprenden que no todos los perros pueden ser acariciados y que en caso de que estos los ataquen tienen las partes más vulnerables del cuerpo (cabeza, cuello) a la misma o casi la misma altura que la boca del can.
Lo primero que hay que enseñarles es que antes de tocar cualquier perro, sea del tamaño que sea, hay que pedir permiso al propietario. Solo cuando estemos seguros que éste ha indicado que es un buen perro y no le hará nada, le dejaremos acercarse.
Tampoco se le permitirá que sea demasiado efusivo, que abrace al perro por el cuello o le golpee. Un perro "agobiado" puede ser un perro peligroso. También observaremos si mientras el niño lo toca el perro está tenso o ha puesto la cola entre las patas. El único signo de tranquilidad consiste en verlo mover la cola mientras recibe las caricias.
En cualquier caso, ante la duda, nunca dejar que se acerque a un perro "dudoso".
Si el perro ya está mordiendo al niño la primera reacción consiste en golpearlo con nuestras manos o incluso darle patada. Es una idea muy instintiva pero mala idea. Algunos perros pueden soportar un castigo tremendo sin soltar la presa, así que o bien lo matas de un golpe o no cejará en el ataque.
Un método para que suelte al niño consiste en lanzarle agua a la cara. La sorpresa hará que en bastantes ocasiones deje la mordida. De igual manera si tenemos un objeto contundente - realmente contundente - le damos un golpe seco y con todas nuestras fuerzas en el rostro. Eso o bien lo mata o bien lo deja fuera de combate durante unos minutos.
Si no tenéis nada contundente pero lleva un collar necesitáis algún objeto largo - un palo por ejemplo - que pasaréis por el collar y luego retorceréis para hacerle un torniquete en el cuello. En efecto, lo debéis ahogar. Esto es muy efectivo pero no os engaño, requiere mucha firmeza. Nada de aflojar en cuanto libere al niño por falta de aire. Hay que seguir apretando o se revolverá contra ti.
Si no tenéis un palo o no lleva collar, podéis usar un cinturón, una cadena o cualquier cosa con la que podáis enlazar su cuello.
Extraído del libro "El gran libro de las emergencias y cómo sobrevivir a ellas", libro II : "Daños personales", capítulo dedicados a los animales peligrosos, de Xavier Molina
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