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Ahorrar agua (sin sermones)


Vaya por delante que las medidas de ahorro de agua que voy a indicar no van a conseguir para nada reducir la factura que pagarás. En realidad abonarás cada vez más por el agua que consumas aunque ni siquieras abras el grifo. Eso sin contar la inversión en la adquisición de productos o reparación de desperfectos en la instalación interna de vuestros hogares.

Esta paradoja se divide entre secuestro del usuario y la transferencia de la culpabilidad. Lo del secuestro es obvio: el consumidor no puede elegir suministrador o, si lo puede hacer, en realidad las tarifas no cambian en demasía ni tampoco el servicio. En la factura no pagamos por el agua que se consume, si no por una serie de servicios, impuestos y "adiciones" que poco o nada tienen que ver con el uso que hagamos del recurso. 

La transferencia de culpabilidad consiste en hacer culpable al usuario por una situación - la sequía - que a pesar de ser cíclica en la cuenca mediterránea desde tiempos inmemoriales  las diferentes administraciones no han sido capaces de prever y mucho menos solventar. Por esta paradoja se transfiere al consumidor, stultorum qui redde,  "paganini" o tonto del bote, como queráis llamarle, la responsabilidad primera por lo sucedido (llámesele "derroche"), y la obligación de solventarla (llámesele restricciones) y las consiguientes penalizaciones por no cumplimentarlas. Así, una administración ineficaz permite que las canalizaciones que permiten distribuir el agua entre los usuarios pierdan un 20% del caudal transportado por falta de mantenimiento y averías que nadie solventa, pero es el usuario el que paga multas por haber rebasado en unos litros el cupo asignado.

La culpabilidad primera por lo que está sucediendo es la sequía pero al ser un ente no material es difícilmente encausable. Puesto que es cíclica y común en el área mediterránea, a las administraciones conviene no atribuirle un carácter pasajero puesto que la frase "ya lloverá" sienta como un jarro de agua fría a quienes pretenden hacernos pagar por la misma. Englobada dentro del llamado "cambio climático" adquiere ese tinte siniestro necesario para augurar no solo que no será circunstancial, si no que en caso de no hacer acto de enmienda y penitencia llegaremos a vivir en algo parecido al desierto del Sáhara. El lema de los políticos es pintar que el futuro ha de ser negro y además darle un nombre fácil de recordar que se repita como un mantra, "pero no os preocupéis, la solución soy yo si me votáis".

El cambio climático, que sucedió, sucede y sucederá siempre porque así ha sido común en la historia climática de la Tierra (no olvidemos que estamos en un periodo interglaciar y que dentro de unos miles de años España estará igual que la tundra siberiana) sirve como aviso al estilo del "hombre del saco" y fomenta, lo que es peor, la inacción de las Administraciones. ¿Para qué limpiar los bosques o contratar durante todo el año a bomberos forestales si esto es tan grande que requiere una acción a nivel mundial? Preguntaréis qué tienen que ver los incendios forestales con la gestión del agua. En realidad son dos problemas que derivan de la misma inutilidad de los políticos.

La segunda culpabilidad reside en la nefasta política de gestión del agua que se ha llevado a cabo en España. Siempre han existido cuencas deficitarias (las mediterráneas) y otras que si bien han pasado también momentos malos, suelen contar con la infaltable humedad del Atlántico, es decir, las del norte de la península. En el momento en que se ha tratado de llevar agua de cuencas saludables a otras que no lo son han crecido las rencillas interterritoriales y los egoísmos regionales. El PHN (Plan Hidrológico Nacional) que pagaba al 80% la Unión Europea y que hubiera solventado problemas actuales de abastecimiento se cerró de un carpetazo por motivos políticos siendo sustituido por la construcción de desaladoras. Las desaladoras de agua marina poseen una producción limitada de agua a un coste cuatro veces superior al agua de río, pozo o manantial y hoy en día muchas de ellas funcionan de forma residual si no que están directamente inoperativas. Los políticos han actuado en estos casos de forma electoralista. Así por ejemplo ERC, que actualmente gobierna en la Generalitat catalana, siempre se ha opuesto a un trasvase de agua del Ebro hacia la cuenca de Barcelona-Girona porque ello podría desbancarle de muchos gobiernos municipales de las comarcas del Ebro. Esto es extrapolable a otras zonas de España, donde siempre el político donde abunda el agua aduce que en realidad el líquido elemento "falta" y el que pretende recibirla, sobretodo si es del partido contrario, le acusa de despilfarrar lo que le sobra.


La tercera culpabilidad reside en algo externo, la Guerra de Ucrania, que nos abocó en 2022 a un severo encarecimiento de la energía. Europa apostó fuertemente por el gas ruso durante décadas como alternativa a las centrales nucleares y las térmicas alimentadas por carbón y petróleo, las cuales estaban siendo demonizadas por los partidos de ultraizquierda y ecologistas. Estos partidos, financiados por Moscú de forma indirecta, estaban en minoría pero eran decisivos en diversos gobiernos europeos. Sus pocos votos lograron que Europa entrara en una senda de dependencia hacia una dictadura muy peligrosa (los rusos SÍ pueden tirarte una bomba atómica, las petromonarquías del Golfo Pérsico, NO) sin sentido. Cerradas las centrales térmicas y congeladas las nucleares, solo cabía el gas ruso como fuente de energía así como las renovables (eólica y fotovoltaica, principalmente). Y la hidráulica, ¿no es renovable? Sí lo es, y muy limpia, pero los ecologistas no la aceptan por el impacto en las cuencas fluviales. Así que en realidad, en los últimos años, se han ido cerrando pantanos que se empleaban para generar energía eléctrica para que el cauce de los ríos volvieran a tener un aspecto primigenio. En el momento en que estalla la guerra de Ucrania y las sanciones impiden la importación de gas ruso, la situación es casi irreversible. Las centrales nucleares que se habían clausurado no podían ser reabiertas y lo mismo ocurría con el carbón. Es más, aún inmersos en una problemática situación energética, los partidos minoritarios pro-rusos siguieron ejerciendo presión para cerrar lo que ellos consideraban fuentes de energía "sucia". Así que Europa se vio obligada a volver la vista a las centrales hidráulicas y las renovables. Las renovables tienen fuertes limitaciones. De noche no hay energía fotovoltaica y cuando no hay viento no hay generación eólica. En cambio el agua puede generar electricidad en cualquier circunstancia mientras no haya sequía y los pantanos se puedan ir vaciando y reponiendo casi a la misma velocidad. Si no hay flujo de agua, no hay electricidad.

España, que también había instalado un gran número de plantas de cogeneración, no dependía de Rusia por el tema del gas. Al menos no en el mismo porcentaje que Alemania, por ejemplo. El principal proveedor de España era Argelia a través de dos gaseoductos que unían el país magrebí con España. Hasta que, de forma rocambolesca e inexplicable, el Gobierno del PSOE cambió de opinión con respecto a la cuestión del Sáhara Occidental y Argelia, muy molesta, cerró el grifo del gas. Los precios de la electricidad subieron de manera inmediata y la situación se volvió muy apurada. La solución fue abrir la compuerta de los pantanos y dejar que el agua fluyera para generar electricidad, manteniendo la factura a niveles asumibles y de paso salvando el culo al Gobierno. Supongo que todos esperaban que volviera a llover para que los embalses se llenaran...pero tal cosa no ocurrió. Así que el agua de los pantanos, que no solo servía para generar electricidad, ya no estaba allí para suministrar agua a las poblaciones, la agricultura y ganadería, así como a la industria. Eso unido al "ideológico" cierre de embalses ha llevado a España a una situación extremadamente grave. Y somos nosotros, la población, los que paguemos el pato de tanta incompentencia.

Las diferentes administraciones han aprobado diversas medidas que se suelen aplicar según situaciones locales. Van desde el cierre de la distribución de agua a horas determinadas - incluso durante todo el tiempo - hasta la reducción de la presión en la distribución del agua. También se han limitado o directamente anulado el riego de parques y jardines, las fuentes monumentales, el llenado o reposición del agua perdida por las piscinas y la limpieza por agua a presión de las calles. En algunos casos (menos de los que debieran) han procedido a reparar tuberías con pérdidas pero lo que sí han hecho, con absoluta puntualidad, es dictar multas para aquellos que infrinjan un máximo de agua por habitante de un hogar y que han estipulado en 200 litros/días. Es decir, una vivienda con 4 inquilinos, podrá consumir como máximo 800 litros por día. Cuando se rebasa la cantidad indicada, al estar la factura tarifada por tramos, el precio sube casi de forma exponencial. La tarifa por tramos ya estaba vigente antes de la sequía y por ejemplo, en el caso de Barcelona, el primer tramo iba de los 0 a los 6m3, el segundo de 7 a 12, el tercero de 13 a 18 y el cuarto era para consumos superiores a 18 m3. Existen varias tipologías de hogares que complican saber la factura final (el oscurantismo es un gran aliado de las administraciones públicas) pero un hogar medio pagaba cada mes más o menos 0,6 € por metro cúbico hasta los 12 m3, 1,2 € desde los 12 hasta los 18 y 1.8 € a partir de 18 m3. Para que os hagáis una idea 1 m3 de volumen contiene 1000 litros. Por tanto en un hogar compuesto por tres personas, suponiendo que cada uno de ellos gasta exactamente 200 litros de agua, tenemos que en un mes pueden gastar 18.000 litros de agua (18 m3). Con esta tarifa, el coste de la factura saldría aproximadamente a unos 21,6 € /mes. Si embargo en realidad se paga mucho más ya que por ejemplo se incluye en la factura tasa de recogida de residuos y otros conceptos que poco o nada tienen que ver con lo que se consume de agua, aparte del 10% de IVA.

Cuando el consumo exceda unos valores que se consideran "razonables" el precio de la factura se disparará llegando al nivel sancionador. Cada municipio es un reino de Taifas y cada alcalde un pequeño emir, pero las multas pueden rondar desde los 700 a los 3000 euros.Llenar una piscina supone verter en la pila entre 30.000 y 50.000 litros (30 a 50 m3) lo cual ya se considera gasto excesivo y puede ser objeto de sanción. Tal vez digas que tu no tienes piscina y no te afecta, pero un grifo que gotea (a una gota por segundo) consume 3 m3 al año. Y si es una tubería que pierde sin que lo adviertas el gasto puede ser incluso superior (dirás que si una tubería pierde te darías cuenta enseguida, pero piensa en la cisterna del inodoro que nunca acaba de cerrar y ya puedes sumar 3 m3 extras a la factura mensual).

También hay gastos de agua que ya no puedes hacer con la misma facilidad que antes de la sequía o que al menos debes planificar. Una ducha gasta alrededor de 60 litros. Una lavadora, 100 litros. Un lavavajillas, unos 70-80 litros. Tirar de la cadena del inodoro, entre 10 y 20 litros. Lavarte los dientes, unos 5 litros. Si sumas todos estos dispendios, verás que fácilmente pasas de los 200 litros / persona / día que nos han asignado. Así que si te duchas cada día, ya solo cuentas con 140 litros. Eso te da para o lavar la ropa o los platos, además de tirar la cadena 2 o 3 veces como máximo.

Así que aquí van algunos consejos y medidas activas para poder ahorrar agua, no para que pagues menos (tal cosa jamás ocurrirá) si no para evitar que te multen o la factura se vuelva insostenible. Lo del ahorro responsable, la ecología etc es pura ideología. Para que te hagas una idea, en Barcelona siguen los riegos de las calles igual que antes de la sequía y los hoteles y campings de Cataluña no tienen ninguna limitación en cuanto al agua utilizable para los turistas. El resto, para ellos, somos los tontos del bote y los que pagaremos la (su) fiesta perpetua.

1. Revisa pérdidas

Si los grifos gotean o la cisterna del inodoro pierde un flujo constante por ahí se van gran parte de los litros de agua disponibles. Ajusta bien todos ellos. Las tuberías pueden tener pérdidas leves en las juntas o por alguna rotura causada por congelaciones o movimientos del suelo. Revisa bien cualquier foco de humedad que pudiera haber.

2. Ajusta la presión de distribución.

Si vives en los bajos o primeras plantas de un edificio seguro que el agua sale con más presión de los grifos que los que viven en plantas superiores. Esto significa que cuando abres el grifo para cosas muy simples, como enjuagar un cepillo de dientes, gastas más agua de la necesaria. Llama a tu fontanero y pídele que te instale un reductor de presión dotado de manómetro. La pieza vale unos 20 ó 30 euros, aparte de mano de obra. Ajusta la presión a 3 ó 3.5 bares como mucho y vigila el manómetro porque te ayudará a detectar posibles pérdidas debidas a fugas.


Reductor de presión (pulsa para ver características)

3. Alterna el uso de los electrodomésticos

Intenta que el lavavajillas y la lavadora no funcionen ni simultáneamente ni tampoco el mismo día. 

4. Limita el tiempo de duración de las duchas

Establece un máximo de 5 minutos y mientras te enjabones no tengas el grifo abierto.

5. Riego de jardín

Si tienes un jardín y no quieres que se quede mustio, lo mejor es adquirir un sistema de riego gota a gota. Lo inventaron los israelíes y les ha permitido regar sin problemas el desierto del Negev e incluso tener superavit de agua, convirtiéndose en una primera potencia hortofrutícula. El riego gota a gota se compone de una canalización que discurre cerca de las raíces de las plantas y que se activa por cortos periodos de tiempo con mínimas cantidades de agua. Es muchísimo más eficaz que el riego por encharcamiento que vemos tan a menudo en los jardines privados (el típico basado en el manguerazo a diestro y siniestro).

Kit de riego por goteo, alimentado por panel solar. Pulsa para ver más detalles.

Si tu jardín tiene cesped lo primero que debes hacer es reducir el riego evitando por supuesto el encharcamiento. Haz un primer riego leve de corta duración y cuando veas que se ha absorbido el agua, haz otro pequeño riego. Deja que crezca más de lo habitual. De esta manera dará sombra sobre otros tallos reduciendo la evaporación. No lo abones ya que las plantas en crecimiento consumen más nutrientes y agua. Para evitar que el césped plantado muera por falta de alimento, haz pequeñas incisiones en el terreno para que se airee y los nutrientes penetren hasta las raíces. Con menos riego el césped se vuelve más frágil y vulnerable, así que evita pisarlo. Si has de cortarlo porque ya ha alcanzado una altura insostenible, deja los restos de la poda sobre el terreno para preservar la humedad. Si hay árboles o plantas que tapen el sol al césped, tampoco los podes con la misma finalidad. No vamos a mentir: el césped no tendrá el mejor aspecto, pero al menos lo salvarás.

6. Cubre la piscina

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Reponer el agua de piscina puede ser causa de multa, pero si la cubres con una lona reduces considerablemente las pérdidas por evaporación. 

7. Recolecta agua

Si hay sequía poca agua de lluvia vas a recolectar, pero la poca que caiga la puedes emplear para regar el jardín, por ejemplo. Para ello debes disponer un recipiente - bidón o similar - en una de las canalización de salida del agua (de un tejado o similar). Esta agua no es en absoluto apta para uso de boca, pero es perfecta para regar las plantas. Otra forma de recolectar agua consiste en aprovechar el agua que condensan los aires acondicionados y que generalmente se eliminan a través de los desagües. Llenando bidones con la misma podemos obtener bastantes litros por día para uso de riego o para lavar platos a mano, por ejemplo (nunca para uso de boca). Hay dispositivos a la venta muy útiles, sobretodo en viviendas unifamiliares.


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Este agua que sale del aire acondicionado procede de la condensación de la humedad existente en el ambiente. De hecho se han llegado a crear sistemas destinados a generar agua de esta manera, tomándola del aire, pero su uso implica un elevadísimo gasto eléctrico.

8. Aireadores de grifo

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Se colocan en la boca de los grifos y sirven para añadir aire al agua de salida. Con ello se consigue ahorrar hasta un 15% de agua sin que baje la eficacia del uso.

9. Cambiar la válvula de la cisterna del inodoro

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No es lo mismo eliminar orines que materia fecal. Sin embargo al presionar el botón de la cisterna, para ambos casos sale la misma cantidad de agua (excesiva para lo primero, la justa para lo segundo). Se puede cambiar el mecanismo por uno con dos botones que permita diferenciar la cantidad de agua que se usa para cada menester. 

10. Evitar usar el inodoro como papelera

No lanzaremos nada al inodoro que no se pueda eliminar, aunque sea a costa de alguna incomodidad, en una papelera convencional.

11. Lavadora y Lavavajillas.

Evitaremos lavar poca cantidad de ropa, llenándo el tambor al máximo. Utilizaremos ciclos ECO o cortos, según las indicaciones del fabricante. Lo mismo se puede decir del lavavajillas.

¿Todo esto salvará el Planeta? ¿Os permitirá pagar menos en la factura? No, pero al menos evitaréis las multas o las facturas que causan infarto (aunque preparaos para lo peor).

En realidad todo esto son migajas. Si las administraciones se pusieran en serio con pactos de Estado para una distribución  justa del agua, subvencionaran a los agricultores para que pudieran adquirir sistemas de riego eficaces, repararan las tuberías rotas, construyeran una red de embalses eficiente, separaran las redes de distribución de agua para uso de boca y para uso general, reciclaran las aguas grises etc, etc, todo este artículo se podría haber evitado. ¿A qué esperan para hacerlo? A que llueva de nuevo y todo se olvide. Así de triste, así de penoso. Menos sermoneos y más acción ejecutiva.

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